Nimes ciudad romana en Provenza.
La ciudad de Nimes con poco más de 140.000 habitantes (vigésima ciudad francesa por su población) representa un caso típico de aquello que en París se denomina ciudad de provincias. ¿Y no es acaso Provence, la Provincia romana el objeto de esta guía? Nimes representaría el limite occidental de la provincia ortodoxa, que para nuestra guía no serán barrera y que superaremos alegremente. Es posible que a Nimes le falten, la animación cultural, el romanticismo y el snobismo de París, pero goza de ese sol mítico del Midi que tanto atraía y atrae a franceses y extranjeros por la legendaria carretera nacional 7 (Route nationale 7). Pequeña, pero animada y agradable, y finalmente llena de historia, de fiestas y tradiciones y, por supuesto, productos típicos para degustar.
Nimes es conocida por sus fiestas, la “Ferias” (en español), los toros, su origen y monumentos romanos. Su anfiteatro, Les Arenes domina la antigua Nemausus, así como el templo (la Maison Carrée) y la muralla. Lo romano y lo taurino resumen los tópicos de Nimes, junto al cocodrilo que es su símbolo. Con todo, Nimes no es la bulliciosa Marsella, ni la elegante Montpellier, ni la amurallada Aviñón, la torera Arles, la teatral Orange, la ducal Uzès o la veneciana Sète pero comparte el sol, una cierta calma plácida entre sus habitantes.
A degustar pues, sus grandes atractivos culinarios y arqueológicos en mitad de una meteorología favorable (con la condición de que no sople el Mistral), a veces demasiado cálida. Nimes posee la temperatura media más alta del verano francés. Mucho calor en verano, aunque, aviso a navegantes, nada parecido en marcha a España. Nimes adolece del ambiente que se puede esperar en el Mediterráneo, sobre todos si venimos desde España. Incluso en cuanto al ambiente de terrazas y pubs, al parecer la juventud de Nimes se desplaza a la vecina Montpellier… La excepción son las “Ferias”, tres celebraciones anuales donde el toro y la fiesta transforman la ciudad. Sin embargo, cuidado, las festividades taurinas de Nimes se parecen más a sus equivalentes de Bayona que a los Sanfermines.
Cuestiones prácticas.
La visita de los principales monumentos de la ciudad se puede realizar someramente en media jornada, con comodidad en un día.
¿Cuándo visitar Nimes?
La mayoría de la región, sobre todo la desembocadura del Ródano y las llanuras costeras que la flanquean, sufre el duro calor mediterráneo. Por ello, las temporadas idóneas para la visita son la primavera y el otoño. Días largos, clima benigno y sol casi permanente. Dos de las tres “Ferias” se celebran en estas estaciones lo que añade posible animación a la visita cultural. Así pues, eviten en la medida de lo posible los meses de verano, por otra parte repletos de turistas.
El invierno no es una mala temporada pero los días son excesivamente cortos y hace cierto frío. La escasa duración de los días, teniendo en cuenta los horarios, podría entorpecer más de una visita. Además, el Mistral ya citado, viento seco del norte y noroeste, sopla con dureza, garantizando una exquisita luminosidad, un aire límpido y también un frío que corta la piel.
Cómo llegar.
Nimes goza de excelentes comunicaciones por tren y carretera, e incluso por avión, aunque este último transporte no es tan rentable como los otros. A pesar de estar situada a 800 km de París, 390 km de Barcelona, 675 de Zaragoza, 726 de Bilbao, 50 de Montpellier, 125 de Marsella y 286 de Niza, gracias a los TGV, trenes de alta velocidad, estamos a menos de 3 horas de Paris y pronto de Barcelona.
El tren es perfecto si se viene de París o Niza y si se desea visitar el resto de las grandes ciudades de Provenza. Barato si se reserva con antelación, vean la página de la SNCF que colocamos abajo.
El coche es ideal si lo que quiere conocer es la Provenza profunda e interior. Así podrá reocrrer las carreteras y perderse por lugares más singulares.
El avión en cambio no es lo mejor, ya que siempre necesitará el complemento del automóvil, y los precios no son competitivos.
Dónde dormir en Nimes
Dado que se trata de una ciudad pequeña, los hoteles se concentran en los alrededores de los monumentos y del casco viejo. Existen numerosos hoteles con encanto, al alcance de todos los precios, desde los económicos hasta los glamourosos con lujo provenzal. Reservando un hotel en el centro la visita será fácil.
En las afueras se pueden encontrar hoteles del tipo Formula 1 o Etap. También se puede alquilar un hotel en las cercanías del Pont du Gard, Acueducto romano patrimonio de la humanidad de la UNESCO. En sus alrededores se encuentran numerosos pueblecitos con encanto y tranquilidad donde se hayan pequeños hoteles de gran calidad o Bed and Breakfast, Gîtes en Francia.
Monmentos de Nimes.
El Anfiteatro romano, Les Arenes.
El coliseo de Nimes es el mejor conservado del mundo romano. Situado a unas centenas de metros de la estación de ferrocarril, acoge aún hoy espectáculos variados y esto desde el primer siglo d.c. Les Arenes miden 133 m de largo por 101 de ancho, bastante más que un campo de fútbol actual. Con una altura de 21 m y dos niveles de arcadas su fachada se divide en 60 tramos. Numerosas escaleras y cinco galerías circulares permiten un acceso fácil y agradable a todo el edifico.
En el apogeo del Imperio, 34 filas de gradas atraían a más de 23.000 personas, situadas según su rango social. La élite en la parte baja y la chusma en la más alejada, contemplaban los combates de gladiadores y fieras salvajes compartiendo la misma emoción y terror. Estos espectáculos, gratuitos, conocido es el dicho pan y circo, duraban días y mezclaban propaganda y control social.
En la Edad media, el anfiteatro fue transformado en fortaleza, lugar de refugio en caso de peligro. Más tarde, el interior fue ocupado por casas, una capilla e incluso el castillo de los Vizcondes de Nimes, de la misma forma que el Teatro de Orange. Se tendrá que esperar a 1809, en plena época napoleónica para que los edificios fuesen derribado y el coliseo recobrase su aspecto original. Actualmente el anfiteatro se utiliza como plaza de toros y recinto de conciertos musicales y espectáculos variados.
La Maison Carrée
Literalmente, la casa cuadrada. Este templo fue construido a principios del siglo I d.c en honor de Cayo y Lucio Cesar, nieto e hijo adoptivo del Emperador Augusto. La construcción formaba parte del foro, centro económico y administrativo de Nemausus. Para llegar a él desde el anfiteatro sólamente hay que continuar por el Boulevard Victor Hugo menos de 500 m. Otra posibilidad es callejear por la zona comercial, Rue de les Arenes, Rue de la Fresque, Rue de la Madelaine, etc. Al parecer está inspirado en los templos de Apolo y Marte Ultor de Roma.
La Maison Carrée seduce por sus proporciones y armonía. Es el único templo romano conservado en su integridad, al menos así lo afirma el ayuntamiento de Nimes. Mide 26 m de largo por 15 de ancho y 17 de alto. El techo del pórtico (pronaos) fue realizado en el XIX y la puerta actual, bella, pero severamente deteriorada por el vandalismo alcohólico data de 1824. Su extraordinario estado, no olvidemos que se trata de un edificio de unos de 2000 años, se debe, curiosamente, al uso ininterrumpido que evitó el despojo y la reutilización que sufrió el resto del foro.
Desde el siglo XI fue, sucesivamente, consulado, establo, vivienda, iglesia… Tras la Revolución Francesa fue sede de la prefectura del Gard (nombre del departamento), después archivo departamental hasta que en 1820 se convirtió en el primer museo de la ciudad.
Hoy en día a pesar de la destrucción del foro, el entorno ha sido adecuado para él. Norman Foster, el mismo arquitecto del metro bilbaíno, en 1993 remodeló toda la plaza y construyó la Carrée de l’Art, centro cultural vanguardista situado enfrente. El templo se eleva sobre un zócalo lo que le permite ganar visibilidad, ayudado por la ausencia de edificios en las cercanías. Es muy agradable tomarse un refrigerio en alguno de los cafés y terrazas situados a su vera, contemplando el templo antiguo y la Casa de Cultura inaugurada hace no demasiado frente a ella, al otro lado de la carretera. Contraste bastante armónico de siglos y estilos.
Los Jardines de la Fontaine
Llenos de construcciones del XVII y vestigios romanos son un lugar de esparcimiento privilegiado para los ciudadanos de Nimes. Construido en 1745 en la zona romana de la Source, incluyen la Tour Magne y el templo de Diana. Fuentes, avenidas, escalinatas y balaustradas de estilo neoclásico se mezclan con jarrones y estatuas en uno de los parques públicos más antiguos de Europa. Obra de Jacques Philippe Mareschal ingeniero y arquitecto de Luís XV, que imaginó el conjunto ayudado por un arquitecto local, dentro de las obras de embellecimiento de la ciudad.
Posee una parte llana que nace en el casco urbano, con canales, puertas y muretes de bella factura. Una vez superado el canal y la puerta, varias fuentes y pequeñas cascadas de agua, nuevos puentes y piscinas subterráneas ocupan este espacio. Aquí, los abuelos pasean a sus nietos en las cortas tardes de invierno y los jóvenes deben de enamorarse en las más agradables de la primavera, eso sí al ritmo terrible del !!rap!!!.
A la izquierda se sitúa el Templo de Diana, al frente, las escalinatas y corredores que nos llevarán parsimoniosamente hacia la cumbre donde se encuentra la Tour Magne. En las cuestas, pequeños recodos donde seguir enamorándose o, descansar de la subida contemplando la ciudad, con su calima sureña y las plantas, los árboles que crecen por todas partes. Césped y bancos nos invitaran a descansar o a pasear, a gusto del viajero. En todo caso las perspectivas y los caminos son múltiples hasta llegar a la explanada de la cima donde se yergue aún la Tour Magne.
Al autor de estas líneas, la visita a los Jardines de la Fontaine le recordó otra visita no muy lejana en el parque Güell, en Barcelona. Salvando las distancias el Mediterráneo se siente en ambas colinas, si bien Nimes no tiene el mar, ni a Gaudi. Se encuentran los mismos paseos cálidos, las avenidas inventadas, los árboles que refrescan y la vegetación que nos rodea. Nimes no tiene el mar pero podemos sentir tal vez una calma mayor, menos murmullos. Y se puede imaginar un nuevo mar, el cielo hará las veces.
Muralla romana
El Emperador Augusto ofreció a Nemausus una de las murallas más largas de toda la Galia. Hoy sólo dos puertas y algunos fragmentos sobreviven. La muralla de Nimes data del año 16 y 15 a.c. Defendía un perímetro de 7 km, unas 220 ha, con una altura de 9 metros y una anchura de 2. Contaba con unas 10 puertas y unas 80 torres defensivas, la más impresionante la Tour Magne que domina Nimes.
Porte Auguste, o Puerta de Arles. Fue una de las principales, por ella pasaba la via Domitia. Se compone de dos arcadas éntrales destinadas al paso de vehículos acompañadas de otras dos más pequeñas para los peatones. Originalmente la puerta estaba flanqueada por dos torres, hoy desaparecidas.
Porte de France o Puerta de España. Hoy cuenta con una sola arcada decorada por pilastras toscazas. Dos torre circulares la defendían antiguamente.
Tour Magne
Fue la torre más alta y prestigiosa de toda la muralla. Visible desde muy lejos al estar situada en la cima de la colina que domina Nimes, hoy en plenos Jardines de la Fontaine. Era una especie de faro y punto de referencia para la ciudad, señalando la presencia del santuario de la Source, probablemente un lugar de culto prerromano. Se construyó sobre una torre anterior de la Edad del Hierro de la que no quedan vestigios.
De forma ortogonal fue concluida en el año 15 a.c. Contaba con tres niveles superpuestos, que reducían su diámetro a medida que ganaba altura. El último ya no existe, pero la torre aún se eleva a 32 metros. La vista de la cima es espectacular gracias al sol que no se olvida casi ningún día de dorar las antiguas piedras.
El Templo de Diana
Es para muchos el monumento más romántico de la ciudad. Misterioso y enigmático se dice, abandonado y desvencijado también. Romántico porque parecería sacado de un poema de Lord Byron, lúgubre a pesar del sol, ruinoso y decadente. Las piedras yacen en desorden, la vegetación rala se interna in conseguir dominar los restos. Graffitis sin sentido de raperos nihilistas y signos tallados por los gremios antiguos, comparten las paredes ajadas del edificio. Todo ello contrasta con el cuidado parque, dándole quizá su encanto, el encanto de la decadencia sin duda.
Hacia 1570 el arquitecto veneciano Palladio, visitó Nimes y realizó numerosos croquis antes de que un incendio diese el actual aspecto al templo. Parece que los restos fueron dejados tal y como se encontraron tras las excavaciones y la construcción del parque en 1745. Aunque no se conoce exactamente su función, la construcción más que un templo parece haber sido un santuario consagrado al culto imperial que pudo abrigar una biblioteca y otros edificios anexos ya inexistentes. Formó parte del Santuario de la Source, cuyas cimientos se descubrieron poco antes de la construcción del parque, en 1739. Actualmente del Templo restan una nave abovedada y dos corredores laterales uno casi totalmente destruido.
La catedrale de San Castor.
Situada en pleno corazón de la zona comercial la iglesia ha tenido una convulsa hstoria, muestra de las guerras de religión que azotaron toda la región durante dos siglos. Construida en 1646 sobre restos romanos aprovechado para una iglesia merovigia en el siglo XI, fue demolida y reconstrida dos veces en el siglo XVI y XVII.
Plaza del reloj (Place de l’horloge)
La plaza el reloj se encuentra en el centro de la zona comercial. Varias terrazas y tiendas rodean a esta coqueta placita donde en verano y a la sombra uno puede descansar del viaje y de los sudores de las vacaciones. En el centro una torre, vestigio del antiguo ayuntamiento nos da una pequeña sombra y sobre todo la hora. A dos pasos de la catedral y de la Maison Carrée es un excelente punto de encuentro.
De compras
Nimes no es la ciudad más comercial superada, sin duda, en numero y calidad de los comercios, por Marsella o Montpellier. Sin embargo, el centro se parece a cualquier ciudad mediana española. La zona que se sitúa entre el anfiteatro y la Maison Carrée (entre el Boulevard Des Arenes y la Rue de l’Horloge) es una zona en su mayor parte peatonal, plagada de tiendas de todo tipo y de agradables restaurantes donde descansar un poco con una buena y gélida cerveza o comer alguna de las especialidades locales.
Se pueden encontrar las especialidades gastronómicas de la región, la cestería y cerámica del país del Uzege, y todo lo relacionado con el toro, típico de la Camargue. Atención a los horarios, los comercios cierran muy pronto, a las 7 la mayoría de las tiendas están cerradas. ¡Cuidado que no les pille el toro!
Bares y restaurantes
Una vez más recomendamos tener mucho cuidado con los horarios. En Francia se come pronto, entre las 12 y la una y media y se cena antes de las nueve. Si se presentan a las tres de la tarde lo más probable es que el restaurante esté cerrado o no les den comer. La zona peatonal colindante a las Arenes y a la Maison Carrée es la mejor para comer. Agradables restaurantes con precios no excesivos. Recuerden también que si no quieren pagar un extra por la bebida, pueden pedir una jarra de agua, que les será servida gratuitamente y sin ninguna mala cara. Pida un pichet o une carrafe d’eau.
En cuanto a las especialidades, ya hemos hablado del filete de toro, pero no dejen de probar la tapenade o la brandade de bacalao. Y para terminar, una terraza donde tomar un café, este si generalmente un poco más caro que su equivalente en España. Bon appetit.
Las Ferias
Así, con nombre español se denominan unas fiestas que se celebran hasta tres veces por año en Nimes. En febrero, junio y septiembre Nimes se transforma al ritmo de estas fiestas muy populares y conocidas en toda Francia. La de junio la más concurrida atrae a miles de personas de todo el país. La animación se extiende a las calles del centro y las arterias que unen los monumentos romanos.
Las calles se llenan de “bodegas”, casetas o choznas de feria muy parecidas a las que se ven por el norte de España o en Andalucia, el alcohol corre a raudales y al ciudad se paraliza. La gente se viste con pañuelos de fiesta y el toro, el ambiente taurino se hace omnipresente. El acontecimiento recuerda a las fiestas patronales de la cornisa cantábrica y a los Sanfermines, pero con un ritmo mucho más francés. La música, las bandas lo llenan todo con sus acordes de pasodobles y las corridas de toros centran la atención.
Surgidas en los años 50 con la llegada de inmigrantes españoles, estas fiestas son comunes en el sur de Francia (Bayonne, Dax, Beziers…), al parecer su origen es plenamente iberico, eso sí pasado por el tamiz “europeo”, no en vano la fiesta, la verdadera, continua siendo el principal atractivo turístico español.
Cerca de Nimes.
No deje de visitar el complejo romano del Puente del gard, Pont du Gard, a una veintena de kilometros de la ciudad. Allí encontrara un acueducto en perfecto estado de conservación, un museo y si se atreve y el tiempo lo acompaña un lugar donde bañarse.
Uzès. Le Grau-du-Roi, Aviñón, Montpellier y los campos de Lavanda son otras opciones para complementar su visita a Nimes.
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