Lo que hace diferente a Uzès y a su entorno es debido en parte a su población. Una curiosa mezcla de tres tipos de gentes. Primero jubilados de Francia y del resto de Europa (Bélgica, Reino Unido, Alemania, Suiza, Holanda, Suecia, etc…). En segundo lugar artistas de todo tipo, pero sobre todo ceramistas (ver Saint Quentin la Poterie), escultores (ver Saint Victor de Oules) y pintores, también venidos en su mayoría de otras partes de Francia y del mundo. Y como tercer elemento, una población autóctona cuya principal dedicación ha sido y es aún la agricultura.
Una agricultura cada vez más especializada, frutas, aceitunas y aceite, vino, miel, verduras, trufas, etc… dirigiéndose cada vez más hacia los cultivos Bio, mucho más extendidos en Francia, su producción y sobre todo su consumo de lo que se observa en Francia. Los agricultores del Uzège, la comarca de Uzès han sabido evolucionar y si bien no constituyen una región de primer orden ni en el vino, ni el aceite ni las frutas, has podido sobrevivir con una producción que se finalmente se vende y permite al sector subsistir.
La síntesis de estos tres grupos ha permitido que la ciudad explote todas sus ventajas y sea a la vez turística, artística y comercial. La pequeña ciudad, no lo olvidemos 9.000 habitantes muy dispersos ha explotado al máximo los monumentos artísticos. El patrimonio de Uzès es muy grande: La antigua catedral, el edificio del obispado, la place des Fleurs, el casco viejo y sus callecitas empedradas, el Palacio Ducal.
Hoy en día es muy conocida en Francia y en Europa del norte y atrae a miles de visitantes año a año. Además el tipo de turismo que acoge es un turismo con más medios y posibilidades, un turista menos ruidoso y más tranquilo, con lo que la ciudad nunca pierde su calma. Y esto teniendo en cuenta que la playa más cercana se sitúa a más de una hora en coche. Pero tal vez haya sido esto lo que ha diferenciado al turismo y al turista de Uzès. No es raro escuchar a alguien hablando en sueco o ver a la embajadora de Nueva Zelanda presentando a unos cantantes de opera en un concierto en el ayuntamiento.
Uzès uno de los pueblos más bonitos de Francia.
Esto último nos permite hablar del lado artístico de la ciudad. Es extraño ver en un pueblo grande como es Uzès tal cantidad de galerías de arte, de presentación de obras teatrales, de eventos de muy variada índole. No son solo las galerías especializadas, también numerosas tiendas de antigüedades, de ropa y decoración ocupan casi todo el centro histórico. Uzès además mantiene el único cine en treinta kilómetros a la redonda. El Cine, una especie de filmoteca que se mantiene gracias a las ayudas públicas y el entusiasmo de un puñado de cinéfilos. La última visita, Bertrand Tavernier para presentar su última película.
A las afuera de Uzès se encuentra la fábrica museo de Haribo, la conocida marca de caramelos y gominolas. La visita puede ser especialmente agradable para los niños y, porque no, para los menos niños. Allí se nos explica como es el proceso de fabricación de los productos y, por supuesto, podremos probarlos.
Que ver, que hacer en el Uzège.
Y un poco más allá, todo un conjunto de pueblecitos y sitios naturales que merecen la visita aunque sea corta. Aquí no nos extenderemos pero los pueblecitos que rodean Uzès, destacan también por la concentración de artistas y ateliers. En Saint Quentin la Poterie, pueblo de la cerámica se hallan más de 10 talleres de ceramistas que continúan una tradición antigua, de hecho allí fueron fabricados muchas de los azulejos y enlosados utilizados por los papas de Aviñón para decorar su palacio.
En Saint Victor de Oules una familia de artistas polifacéticos ha creado un taller donde la pintura, la escultura, la cerámica y la fotografía conviven codo a codo.
Y no olvidemos el conocido acueducto romano, el Pont du Gard, a menos de 20 minutos en coche de Uzès.